domingo, 11 de enero de 2009

"LA FELICIDAD"

¡!Hola a todos!! Si ya se que he tardado algo mas de la cuenta en publicar alguna reflexión que otra, pero ya sabéis…las navidades, vacaciones...etc. Bueno… ¿Y ahora que es lo que debería deciros? ¿Feliz año nuevo? ¿Os deseo un feliz año 2009? ¿Pero que conseguiría con eso? No seriáis felices por el simple hecho de deseároslo yo. Entonces, ¿Como vais a ser felices, que herramienta usaréis para llegar a la felicidad este año y a lo largo de vuestra vida?
Pues si aun no sabéis que camino tomar, esta pequeña reflexión os la podéis tomar como un regalo de un amigo que quiere que alcancéis la felicidad. ( Cuantas veces he repetido felic…, extraña palabra ee…?? Que sinónimos le adjudicaríais? Dicha, bienestar quizás?? No.)


FELICIDAD es FELICIDAD

En esta reflexión voy a intentar comparar las distintas maneras de interpretar la felicidad en diferentes épocas, es decir, cómo se intentaba conseguir la felicidad según los antiguos filósofos y cómo se intenta llegar a ella hoy en día. Todo depende de lo que pensamos que es la felicidad.
Según la visión que tenemos hoy en día acerca de la felicidad, nos da la impresión de que pasadas generaciones eran poco exigentes en las metas que ponían en su vida para alcanzar la felicidad. De esta manera, podemos encontrar cómo Aristóteles decía que la felicidad no necesita de ningún bien exterior sino que se basta a sí misma y que la mayor felicidad la proporciona la sabiduría.
En el caso de las personas volcadas en la religión, hace referencia a que "Dios es el principio de todas las cosas y también su fin último. El fin es el bien" y ésta es su manera de alcanzar la felicidad. Respecto a este modo de ver la felicidad esta la visión de San Agustín al decir que el hombre desea la felicidad y no la encuentra en nada de este mundo, ni en sí mismo. Sólo la realidad de Dios puede colmar este deseo de felicidad. Estas personas fijan su idea de felicidad en Dios. El hecho de que la existencia de la persona en la Tierra es una etapa de la vida, hace ver la muerte como el paso definitivo hacia la felicidad y las personas no busquen metas personales en su vida terrenal para alcanzarla.
En la actualidad, esta mentalidad ha cambiado totalmente y no se cree tanto en una vida posterior a la muerte. Eso hace que las personas intenten ser felices en el momento en el que viven.De manera, que no se intenta alcanzar la felicidad buscando a Dios, sino fijando metas personales que generalmente se alcanzan mediante la acumulación de bienes materiales y gozando de los placeres de la vida terrenal.Las personas intentan crear una barrera con la muerte, y pensando un poco se ven muestras de estas barreras en la obsesión por parecer más jóvenes a pesar del transcurso de los años. La gente invierte buena parte de su vida en su bienestar físico y emocional.
Tanto la interpretación antigua de la felicidad como la moderna, también dependen del estatus socio-económico de la persona.Las personas más necesitadas probablemente ni piensen si quiera en conseguir la felicidad, dedicarán todos sus esfuerzos a sobrevivir día a día.
Personalmente, creo que la felicidad constante no existe sino que se tienen determinados momentos de la vida en los que eres feliz y también que hoy en día hasta el hecho de la felicidad esta ligado al poder económico, lo que conlleva un alto estatus social.
Imanol

viernes, 9 de enero de 2009

Un descubrimiento aterrador

Hoy me encontraba navegando sin nada mejor que hacer lata de Fanta en mano cuando de la forma más tonta me tope con un enlace que habia dejado cierto individuo en un post, pretendiendo con él resolver una cuetión planteada en relación a un videojuego nuevo que esta causando mucha controversia por su contenido extremadamente vilento, el juego es ManHunt (Para mas información buscad en wikipedia o id al blog de Ulises y Aitor). El enlace me envio a la famosa wikipedia y en él se hablaba sobre un estudio científico del que nunca había oído hablar pero que mostraba unos resultados que me dejaron completamente sorprendido a la par que aterrado puesto que me condujo a una conclusión que echaba por tierra todas las teorías filosóficas y científicas del ser humano que conocía. Es el experimento de Milgram.


El experimento consistia, en resumen, en esto:


A través de anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban voluntarios para participar en un ensayo relativo al "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale, por lo que se les pagaba cuatro dólares más dietas. A los voluntarios que se presentaron se les ocultó que en realidad iban a participar en un investigación sobre la obediencia a la autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación: desde los que acababan de salir de la escuela primaria a participantes con doctorados.

El experimento requiere tres personas: El experimentador (el investigador de la universidad), el "maestro" (el voluntario que leyó el anuncio en el periódico) y el "alumno" (un cómplice del experimentador que se hace pasar por participante en el experimento). El experimentador le explica al participante que tiene que hacer de maestro, y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una pregunta.

A continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una caja que determinará su rol en el experimento. El cómplice toma su papel y dice haber sido designado como "alumno". El participante voluntario toma el suyo y ve que dice "maestro". En realidad en ambos papeles ponía "maestro" y así se consigue que el voluntario con quien se va a experimentar reciba forzosamente el papel de "maestro".

Separado por un módulo de vidrio del "maestro", el "alumno" se sienta en una especie de silla eléctrica y se le ata para "impedir un movimiento excesivo". Se le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema "para evitar quemaduras" y se señala que las descargas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreversibles. Todo esto lo observa el participante.

Se comienza dando tanto al "maestro" como al "alumno" una descarga real de 45 voltios con el fin de que el "maestro" compruebe el dolor del castigo y la sensación desagradable que recibirá su "alumno". Seguidamente el investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el "maestro", proporciona al "maestro" una lista con pares de palabras que ha de enseñar al "alumno". El "maestro" comienza leyendo la lista a éste y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de palabras dando al "alumno" cuatro posibles respuestas para cada una de ellas. Éste indicará cuál de estas palabras corresponde con su par leída presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree que es la correcta). Si la respuesta es errónea, el "alumno" recibirá del "maestro" una primera descarga de 15 voltios que irá aumentando en intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir, 450 voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.

El "maestro" cree que está dando descargas al "alumno" cuando en realidad todo es una simulación. El "alumno" ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el "alumno" comienza a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro" y se queja de su condición de enfermo del corazón, luego aullará de dolor, pedirá el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios, gritará de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un grabación de gemidos y gritos de dolor. Si el nivel de supuesto dolor alcanza los 300 voltios, el "alumno" dejará de responder a las preguntas y se producirán estertores previos al coma.

Por lo general, cuando los "maestros" alcanzaban los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".

Si el "maestro" expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y según el grado:

* Continúe, por favor.
* El experimento requiere que usted continúe.
* Es absolutamente esencial que usted continúe.
* Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.

Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.

En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.

El estudio posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests realizados a los participantes demostraron que los "maestros" con un contexto social más parecido al de su "alumno" paraban el experimento antes.

Mi conclusión

Tal vez en en esta entrada predomine un caracter más ético que filosófico, pero a mi este artículo me ha hecho reflexionar sobre el más básico de los pilares que sustentan a la persona, la ética, actualmente vivimos en un mundo en el que tenemos una ilusión de libertad, pero... ¿Y si no somos del todo libres? ¿Y si nuestra libertad es una ilusión puesto que estamos continuamente bajo el yugo de una autoridad que subconscientemente o conscientemente nos esta dando órdenes que nosotros aceptamos sin más? Y si el 65% de los participantes del experimento llegaron hasta el final solo por unas pocas frases me pregunto que sucederá en las dictaduras cuando es tu propia vida la que corre peligro si no obedeces órdenes. Yo a partir de ahora voy a intentar analizar toda orden recibida y nunca aceptar órdenes vengan de donde vengan de forma iconsciente sino pensándolas bien y siendo crítico con ellas. La conclusión a la que he llegado es que el criterio de autoridad (Si, aquí está el meollo de la custión) definitivamente no es válido.

David. J

martes, 6 de enero de 2009

La antifilosofía más grande

Titulares como "Un bombardeo israelí mata a..." son, tristemente, cada vez más comunes. Yo al igual que muchsíma gente, al parecer no la suficiente, estoy completamente en contra de la guerra que está aconteciendo actualmente entre Israelíes y Palestinos ( Procuraré mantenerme neutral en este artículo y no tomar partido por ningún bando). Pero ayer me encontraba sin saber que hacer y me puse a reflexionar sobre este tema y me di cuenta de un detalle muy importante. La guerra no es solo moral y éticamente reprochable sino que es además completamente antifilosófica. Y digo esto porque la filosofía se basa desde sus orígenes en la búsqueda de la verdad por medio del pensamiento y la argumentación razonada, justamente lo contrario que la guerra, que aparte de ocultar la verdad en la mayoría de los casos ( Por la barbarie que se desencadena en ella) trata de imponer su verdad a los demás y no por medio de la argumentación sino por la fuerza, ya sea bruta o armamentística. La conclusión a la que llegué me pareció interesante y digna de ser publicada y es esta: "Por insensible que sea una persona, si reflexiona se dará cuenta de lo estúpida que es la guerra puesto que parte de una base animal y salvaje en lugar de partir de una base humana y filosófica".

Cada uno que saque sus conclusiones de esta entrada, se agradecen los comentarios siempre y cuando estos sean constructivos y me alegraría si dieseis vuestra opinón.

David.j